Con la excusa del cumpleaños de Andrés, donde el definía cómo quería celebrar su cumpleaños, se deicidio ir a tener una noche de furia en un bar de punk. Llegué a las 3pm a la casa del anfitrión, que vive con otro demente (Sebastián) y otros dos (Marlon y Lechugo) que lo terminarán siendo pronto, desde esa hora empezábamos a practicar los gritos guturales, pero todos giraban entorno a Maaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrloooooooooooooooon. Así pasó toda una tarde de acoplamiento, gritos, música de “Mugres”, hasta que dieron las 11pm.
Caminamos por toda la Av. Augusta, pasando por la colonia de Don Oscar de Leony, buscando dónde establecer un primer contacto con la noche deseada. Una esquina, un lanchonete, sin sillas, ahí fue donde se empezaba a calentar la noche. Luego, hacia las 2am, un poco de hambre fue calmada con un buen plato de fríjoles, carne y arroz. Todo el tiempo nos acompañaban las gargantas afónicas por invocar el Maaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrloooooooooooooooon, que se diversificaba en muchos otros nombres.
Por fin, llegamos a Outs. Sin duda alguna alcanzábamos a desentonar. La ausencia de tatuajes, pelo largo, crestas, piercings, expansores, camisetas de “Corrosion”, “Inframundo” y demás, y todo lo que rodeaba el lugar. Entramos, y al fondo se veía un grupo en vivo, era el mero punk brasilero. En frente de ellos, unos fieles que intentaban provocar un pogo, y atrás de ellos, como turistas japoneses: nosotros.
En el segundo piso, un grupo más reducido buscaba la manera de que sus movimientos no descifrados de bailes rockero-punkero lograra llamar la atención de alguien en busca de furia. Y así fue, incluso mis compañeras, conocieron el toque de la noche.
A las 4.30am cansados y sin nada más que aprender, salimos por la misma avenida de vuelta a nuestras casas. Obviamente, la hora no era excusa para el Maaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrloooooooooooooooon.
Como resultado de esta noche, dos colombianas tocaron, nuestras gargantas se enmudecieron y Andrés tuvo un buen cumpleaños, aunque no aceptó el regalo de Don Oscar de Leony.
Caminamos por toda la Av. Augusta, pasando por la colonia de Don Oscar de Leony, buscando dónde establecer un primer contacto con la noche deseada. Una esquina, un lanchonete, sin sillas, ahí fue donde se empezaba a calentar la noche. Luego, hacia las 2am, un poco de hambre fue calmada con un buen plato de fríjoles, carne y arroz. Todo el tiempo nos acompañaban las gargantas afónicas por invocar el Maaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrloooooooooooooooon, que se diversificaba en muchos otros nombres.
Por fin, llegamos a Outs. Sin duda alguna alcanzábamos a desentonar. La ausencia de tatuajes, pelo largo, crestas, piercings, expansores, camisetas de “Corrosion”, “Inframundo” y demás, y todo lo que rodeaba el lugar. Entramos, y al fondo se veía un grupo en vivo, era el mero punk brasilero. En frente de ellos, unos fieles que intentaban provocar un pogo, y atrás de ellos, como turistas japoneses: nosotros.
En el segundo piso, un grupo más reducido buscaba la manera de que sus movimientos no descifrados de bailes rockero-punkero lograra llamar la atención de alguien en busca de furia. Y así fue, incluso mis compañeras, conocieron el toque de la noche.
A las 4.30am cansados y sin nada más que aprender, salimos por la misma avenida de vuelta a nuestras casas. Obviamente, la hora no era excusa para el Maaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrloooooooooooooooon.
Como resultado de esta noche, dos colombianas tocaron, nuestras gargantas se enmudecieron y Andrés tuvo un buen cumpleaños, aunque no aceptó el regalo de Don Oscar de Leony.