lunes, 15 de marzo de 2010

Pobre Pablo


Isla de Capri, Italia

Existe un lugar en la tierra, al sur de Italia, en el Golfo de Nápoles, a tan solo unos minutos en barco desde Nápoles llamado Capri. Sin saberlo, Tiberio, emperador de Roma hasta el año 37 a.C., le dio un toque particular y único dentro de todas las poblaciones que componían ese Imperio. A su llegada a esta isla desde donde gobernó decidió reclutar a las 10.000 personas más bellas de todo el imperio romano. Mandó tropas por toda la extensión de esas tierras para que hombres, mujeres y niños fueran llevados ante su majestad para que una vez más sintiera el poder de sus decisiones, pero esta vez tenía debajo el capricho de poder levantarse y solo ver cosas bellas. Ya Capri con su extraña composición entre piedras y mar le garantizaba la sensación de sublime pero quería que sus habitantes completaran esa escena.

Así es como hoy esta isla pareciera que pretendiera acabar con la autoestima de todos quienes no habitan en ella o quienes tienen la oportunidad de tener el más mínimo rancho que los cobije por temporadas. Llegar a Capri es realizar una obligatoria genuflexión a la secuencia de metros cuadrados que evidencian sí o sí de dónde viene uno: claramente de un lugar muy lejano a ese. Capri conjuga estilo, bastante estilo, sabor y la vida de rockstar que todos queremos. Con todos estos deseos desbordados sobre esta isla también recae el peso del turismo, tiendas de lujo y poca reserva que no a todos les gusta pero que en últimas aseguraría que Tiberio siempre fue lo que buscó: el oasis de descontrol voraz de la belleza en su más alta expresión.

A Capri hay que ir y reconocer lo feo que somos más de uno y de paso frustrarse por la continua negación de aumentos que felizmente ha traído la recesión, pero igual hay que ir al lugar en el que posiblemente nació la expresión de belleza. Pero bueno, ya que está por allá, no deje de comer en la pizzería La Staritta, bendecida por el mismísimo Papa Juan Pablo II (para los católicos) y por Maradona (para los religiosos del fútbol). Esta pizzería tiene una preparación única de masa frita que pasa al horno que definitivamente insulta a Dominos; ubíquela a pocos metros de la estación de metro Materdei. Aparte, sigue pasando bueno cerca del mar y visite Positano y Sorrento. Estas dos poblaciones no son islas pero están en la costa. Acá sí podrá sentir a Italia 100% ajena a cualquier influencia comercial que le quite su virginidad. Podrá seguir disfrutando del mejor de los paisajes y especialmente, de uno de los mejores atardeceres.

viernes, 2 de mayo de 2008

Que alguien diga algo.

JP

viernes, 25 de abril de 2008

Hay lágrimas.
JP

jueves, 24 de abril de 2008

24/04/08

Hace mucho tiempo ni pasaba por acá, me había olvidado de este lugar, que sin duda alguna se había convertido en un espacio único propio y desahogador, y talvez fue por eso que volví: a desahogarme.

Ya saben que no creo en la “autoayuda”, en “repítelo 10 veces y lo lograrás” y toda esa clase de filosofías pasajeras y poco perdurables, pero rentables y cautivadoras pues “todos somos felices”. Y obvio, este lugar no pretende ser uno más de esos templos abrasadores que “amamos” y en donde depositamos todo nuestro ser.

Pero bueno, escribir acá me está relajando y esa es la idea.

Hoy es uno de esos días acabadores. Donde no hay descanso. Por todo lado son noticias y noticias, y no muy buenas. De hecho sólo una buena.

Hoy dan ganas de cantar miles de canciones de dejar todo y salir corriendo (es un sueño mío) como un hippie, dejando todo, comiendo frutas exóticas, esperar la lluvia de maná y no tener la mirada de nadie.

Este ejercicio lo estoy disfrutando pero no creo que ni mis clientes ni jefes lo estén haciendo. Sólo quería un par de minutos conectado a mi iPod, intentándome desconectar de todo, recordar que yo seré el único que lea esto, y cuando lo vuela a leer recordar a mi Parcero.

Chao,

JP

domingo, 25 de noviembre de 2007

Preguntas al doctor

Siempre tuve la inquietud de hacer las siguientes preguntas a un médico, y qué mejor que mi primo. Las preguntas fueron las siguientes:

1. ¿Se recomienda o no espicharse los granos? ¿Hay alguna técnica especial?
2. ¿Se ve correctamente ético que un ginecólogo se enamore de su paciente? (caso de la vida real)
3. Ya que el pene está constituido por musculitos (creo), ¿entre más se ejercite, crece o se vuelve fuerte?
4. Si los médicos necesitan de enfermos ¿por qué los sanan?

Las respuestas a cada una fueron:
1. No
2. Pues dependiendo de la relación y la situación.
3. No, Lamento informarte que no, pues no es músculo sino cuerpos cavernosos y eso no crece por ejercitarse.
4. Para eso hay muchos enfermos.

Mis comentarios al respecto fueron:
1. Es como el licor... hacerlo responsáblemente.
2. Pobre de mi amiga.
3. No se dejen llevar por ayudas extras.
4. Qué fortuna.
5. Muchas gracias Doctor.

lunes, 19 de noviembre de 2007

1.090 Km al volante brasilero

Como ya es costumbre en este país (Brasil), los feriados se convierten en una excusa casi obligatoria para viajar, sobre todo a las playas cercanas. Por Colombia nos uníamos 4 representantes (Andrés, Marlon, Luisa y yo), más dos de Chile (Isidora y Josefina), a esta costumbre brasilera. El viaje tenía un son diferente: alquilamos un carrito.

Siempre habíamos ido en flota de un lado a otro, pero la jinga tendría más actitud montándonos en nuestro propio carro y saliendo a las carreteras. Sin importar que casi no cupiéramos los 6 en ese corsa negro, salimos a improvisar cómo llegar a Parati. Siguiendo el dicho de “preguntando se llega a Roma”, salimos a las 4pm de Sao Paulo, por la avenida Airton Sena que nos debería llevar a la ciudad que queríamos. Al ritmo de mezclas de punk, rock, salsa, tropi pop, techno, vallenato y una mezcla infinita de música estábamos más que motivados.

El viaje se estimaba en unas 5 horas. Iríamos en gran parte por la misma carretera que va a Rio de Janeiro y haríamos un desvío en alguna parte. El problema era saber cuál era el devío. Todo el mundo nos decía diferentes rutas, por el litoral, por la druta, por la estrada… tanto así que llegamos a Rio de Janeiro. Los planes cambiaban un poco pero esa ciudad no tenía nada que nos disgustara, pero como los que habíamos ido antes habíamos ido en bus, el miedo de no saber por dónde coger y ganarnos una nueva visita de Ze Pequeño, pero esta vez nosotros en carro y con un banquete más satisfactorio para él, nos preocupaba bastante. Aparte de eso, se suele escuchar de los cientos de muertes por balas perdidas en la guerra que llevan las fabelas con la policía. De un momento a otro, y como mandado del cielo, Andrés recordó una palabra “Linha Vermelha”… fue tanta su seguridad que creímos en que sería la vía a la tranquilidad… a Copacabana e Ipanema, y así lo fue.

Al centro de la ciudad llegamos como a las 11pm y ahora el problema era conseguir dónde hospedarnos. Como buen feriado, todo estaba lleno, caro y las posibilidades se acababan. Un hostel, muy caleto, normalito, pero para dos amigos, que son unas princesas, un poco feito, nos acogió tipo 12m. Comida suave, música en la terraza, cocktails binacionales, la visita de un colombiano perdido en Brasil, y más nos mandaron a dormir hacia las 4am.

Un desayuno barato, como el de todos los hostales, nada de baño, nos sacaron a visitar el Corcovado. Luego, almuerzo en Copacabana, playa, fútbol y hacia las 6pm decidimos ir, ahora sí, a Parati. Parecíamos unos “sabrosones” en la carretera escuchando de todo, contándonos hasta el más remoto chisme, experiencia, dato, curiosidad o lo que sirviera para mantenerme despierto y entretenido al volante. No sé por qué, pero pareciera que no llegábamos, no habían letreros, mensajes, indicaciones, no nos atrevíamos a preguntarle a nadie por inseguridad, la carretera estaba vacía y oscura, incluso pensamos en que nos habíamos pasado… al final un aviso de “Parati 14Km” nos volvió a poner en actitud y emoción. Emoción que no duró mucho cuando un cambio de luces de un carro que venía en frente me dejó medio ciego, no me dejó ver un huecazo y el rin de la llanta delantera izquierda se torció dejando salir todo el aire.
Los recuerdos del pasado (ver “Conocí a Ze Pequeno”) me empezaban a atormentar. Era de noche, en la carretera, por fortuna éramos más, pero con más cosas por robar. Con Marlon nos pusimos en la tarea de cambiar la llanta y por “fortuna” dimos con el desarrollo más elaborado de un gato. No entiendo por qué les da por complicar la vida a los diseñadores mecánicos. De una pieza tan simple y útil como un gato neumático, les dio por ponerles diseño, aerodinámica y no sé qué más tecnología que lo único que hizo fue tener que subir y bajar el carro 3 veces, perder mucho tiempo y tener los nervios alborotados. Por fin lo logramos y llegamos al bendito pueblo tiempo después.

Aunque era de noche, la blancura de las casas, las calles enpiedradas me transportaron a Villa de Leyva, que extraño tanto. De nuevo, teníamos la tarea de encontrar una posada, nos dividimos en grupos y conseguimos una casa con camas y baño que eran apenas lo que necesitábamos. Más que cansados, sobre todo yo por la manejada, comimos y derecho a la cama a chismosear un buen rato.

Domingo de playa, sol, fútbol, mar y más, listos para quedar bronceados y contentos. Paseo por las calles, fotos casuales, postre, asadito en la casa… una tarde deliciosa. En la noche fiesta casual en la playa, con el mismo revuelto de música, cada uno escogiendo la suya para recordar, pensar, bailar… para lo que fuera.

Dolorosamente nos acostamos a las 4am, para levantarnos a las 7am e intentar devolvernos. Esta vez me auxiliaron 2 horas en el volante porque el sueño no era normal y no era prudente. Regresé a la carretera, poniéndole ritmo porque teníamos presión para devolver el carro. Llegamos al caos vehicular de Sao Paulo, llegamos a la casita.

martes, 6 de noviembre de 2007

¿Qué opinan?

Chile Dice: Ayyy Juan ¿qué te hiciste? ¿te cortaste el pelo? ¿te quitaste los frenos*? ¿te quitaste los lentes?... ¡te cambiaste el look!

Juan Dice: Si... ¡se llama ASALTO!

*No sé a qué horas me vió con frenos esa señora.